sábado, 18 de abril de 2009

Rechazo a la muerte


Según estudios estadisticos, la mayoría delos enfermosde cáncer tienen problemas para encontrar compañia ala hora de comunicar las inquietudes que le produce su enfermedad.
Miedos y soledadesinteriores, se entremezclan y se manifiestan con la sensación por parte de ellos (que son millones de personas en todo el mundo) que al hablar de los problemas dormidos de su enfennedad (dado que la mayoría saben o sospechan lo que tienen) puede llegar a ser una carga emocional para laa personas de su entorno.
Y a su vez sus familiares o allegados no se comunican correctamente con el paciente porque piensan que hablarle de cualquier tema asociaciado con su enfermedad puede crearle una fuerte emoción. Lo que da pie a una conducta hipócrita por ambas partes, aparentando que todo marcha bien, cuando en realidad, en la mayoría de los casos no es así, y el enfermo se encuentra en plena concicencia en ocasiones si no tiene la suerte de curarse en un viaje largo en el tiempo, a veces de meses, incluso de años, colgando de un péndulo de emociones, de profunda soledad interior, con las que tiene que hacer frente a reacciones de terapias a menudo agresivas (quimioterapia, radioterapia, etc.).
Si además generalizamos del cáncer a otro tipo de enfermedades degenerativas o graves, donde los pacientes sienten en el mayor de los casos la misma soledad interior impuesta por la falta de comunicación dada por la cultura actual, nos puede quedar la sensación de que exista un virus-rechazo cultural producido en la sociedad de los adultos que nos impiden comunicarnos y hacer compañía correctamente con determinados pacientes que quieren pero no saben cómo, y viceversa, con la personas de su entorno.
Este virus de rechazo cultural da como síntoma principal, entre otras cosas, la precepción subliminal entre el paciente y su entorno de que es negativa una comunicación clara y natural por los senderos que llevan al ser humano de un fuerte deterioro físiso y mental encaminado hacia su destino final y lógico: la muerte.
Pero en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), ciudad de personal alegres, acogedoras, buena gastronomía, buen vino, clima y maravillosa ubicación junta al mar en la desembocadura del río Guadalquivir, la simpatía y la pasión con que se viven determinadas cosas, pueden dar lugar a que sea normal que en algunas personas encaminarse hacia la muerte sea un paso dado con alegría, con mucho arte, sin sufrir soledades y en poco tiempo.
Unas copitas de vino, cervecitas, manzanilla, pastelitos, langostinos y un buen chorizo de Jabugo, hacen compañía "Asociación de Rechazos de Imágenes de Mala Salud y Su Exponente Máximo La Muerte":
En la tierra de la manzanilla puedes terminar la noche acompañando a un amigo a un velatorio sin conocer de nada al difunto y enterarte de que éste además de ser un gran diabético se comía todos los días media docena de riquísimos pasteles de la confitería del Pozo o de la Ibense Bornay.
Los velatorios de Sanlúcar son la envidia y comidilla de todos los difuntos de los demás velatorios de España. Los sentimientos son tan sinceros como en los demás, pero en ellos, en la mayoría de los casos, amigos y enemigos se reunen (no falta nadie) para homenajear al difunto, entremezclando con anécdotas el lado humano con el aspecto simpático que tenía el difunto.
Y alguno de los presentes suspiran entre una historieta y otra diciendo "menos mal que ha dejado de sufrir" y otros, los más despistados, preguntan con timidez las costumbres, la edad y la enfermedad que padecía el difunto, por si existiera algún paralelismo con su propia existencia.
Todos ellos lo preguntan tocando madera con los dedos de la mano en forma de cuernecitos para que la causa de la muerte no coincida con sus propias enfermedades.
Como las costumbres vinícolas, síntomas, la edad del difunto, la gastronomía, los dolores que tenía a la hora de fallecer y es más, el año y el mes en que nació, coincida con la de ellos, llegan después a sus casas la mar de descompuestos.
En estas acogedoras reuniones de velorios da hasta las sensación que el homenajeado se uniera a la comidilla sin darse por enterado de su misión en la misma.

Publicado en Sanlúcar Información 8-14 Diciembre de 2007
M.A.D.E.

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