sábado, 18 de abril de 2009

El tiempo se hace eterno para las personas que sufren y quieren comunicarse, pero no pueden


También te pueden contar que en el 2002 se murió "El Culín", enano de estatura, con una gran peluca negra que le hacía parecer más alto, grande de corazón, amigo de los niños. Su muerte fue un record guinness por el poco tiempo que pasó de estar aparentemente bien a irse al otro barrio. Fue con la misma rapidez que un viento fuerte se lleva una débil hoja caída en un mes de otoño.
Pero a este gran enanito el aire se lo llevóp de repente mientras se bebía una copa de vino en el bar "Las Mil Pesetas".
La noche de su muerte, dada su pobreza le abrieron las puertas del Cementerio de Sanlúcar y las estrellas del cielo, quizás acordándose de los años de sufrimientos y soledades que pasan otros enfermos, que quieren comunicarse y no saben cómo, dentro de la cultura actual, le aplaudieron por su rapidez y arte en el trance, pidiéndole al presidente con sus aplausos, como si fuesen el público de la Real Maestranza de Sevilla en una faena de Curro de Romero, que le abriesen las Puertas del Príncipe del Cementerio de la Ciudad.
Un día antes de fallecer "Fernandino el Cojo" dicen que lo vieron en la plaza de abastos (la más alagre y variada de muchas) eligiendo todo tipo de productos que le aconsejaba su suegra, a pesar de que le sentaban fatal a su ya enfermizo cuerpo. Y su mujer no paraba de decirle: -"Por Dios Fernando, el chorizo no, la morcilla no, piensa en tu colesterol".
En la ciudad del Castillo de Santiago te pueden contar que ha muerto "Antonio El Manco" en una tasca del Barrio Alto (diabético, con el colesterol por las nubes, hipertenso, en fin tenía un poco de todo) después de tomarse cinco pastillas de Viagra de cien miligramos (porque según él tenía una cita importante con una mujer esa misma noche) junto con otras cinco pastillitas hormonales para que le creciese el pelo, y todo ello mojadito con cinco botellitas de manzanilla. Y dicen que cinco travestis amigos suyo del Barrio Alto gritaban asombrados, después del telele que le dio ante tan magna mezcla, delante de su cadaver desnudo, pues habían intentado reanimarlo inutilmente, que como era posible que tuviera una empalmaera de aupa y los pechos encendidos.
Y es que para qué le sirven a los miles de niños que se mueren de hambre todos los días en el mundo que so creara un comité de expertos (psicólogos infantiles, pedagogos, sociólogos, medicos, etc.) y aportaran cada uno sus ideas para encontrar una vacuna cultural con la que poder combatir nuestros virus de imágenes en deterioros físicos, inductoras de incomunicación. Es intentar transmitir y codificarlas en forma de enseñanza en los colegios desde una edad temprana. De esta manera sembrarían la semilla de la nueva cultura en cerebros aún no contaminados por la cultura actual.
Quizas estos niños cuando crezcan se enfrenten a determinadas cosas con mayor naturalidad y consigan ser enfermos sin miedos o acompañantes que sean capaces de comunicarse con el moribundo con mayor naturalidad, transmitiendo su energía positiva sin esfuerzo en los sentimientos de enfermo, haciendo que éste se sienta mejor comunicado y menos en soldead. Pero mientras ese sueño llega, a veces, y en algunas ocasiones, encaminarse a la muerte con el fervor, arte y rapidez que hemos contado sea una elección preferible, sin tirar la ultima piedra, no estando libre de pecados, sin los hulos, mentiras e hipocresías de este mundo y aunque solo sea con la compañía de unas copitas de manzanila, o de rioja, cervecitas, mariscos, pastelitos, chorizo de Jabugo, Viagra, pastillitas para que te crezca el pelo aunque en realidad lo que te crezcan sean los pechos.

Publicado en Sanlúcar Información 8-14 Diciembre de 2007

Inicio el habla

Estoy aquí,
vivo sin tí, sin mí.
Mi mundo está vacío.
Soy una página en blanco.

Oigo gritos, risas ...
Me place oirlos.
Mi boca se abre, gimo.
Alguien me toca y
siento alivio.

Repito la experiencia,
vocalizo y ...
No soy el mismo.
Ya me comunico.

Ahora siento.
No estoy solo ...
Alguien está conmigo.
M.A.D.E. e Isabel Camacho

1 comentario:

  1. muy profunda. Nos muestra que el lenguaje es cosa de dos, porque todos tenemos algo qué decir y necesitamos alguien que nos escuche y nos responda.

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