sábado, 18 de abril de 2009

Necesidad de una nueva educación para la comunicación de enfermos y discapacitados


Según estudios estadísticos, la mayoria de los enfermos de cancer tiene problemas para comunicar sus soledades y sus miedos a sus familiares más próximos. Ellos saben o sospechan lo que tienen pere no hablan de ello por miedo a ser rechazados o ser una carga emocional. Y los familiares temen hablarle de su enfermedad por no crearle una fuerte emoción, lo que da pie a una conducta hipócrita por ambas partes y el enfermo se encuentra colgando solo en los últimos movimientos del péndulo de su existencia. Es que quizás no estamos educados para mirar cara a cara el alma del moribundo.
Pero en Sanldcar de Barrameda es normal ver que algunas personas se encaminan hacia la muerte con mucho arte. Unas copitas de vino, cervecitas, unas tapitas de langostinos, unos pastelitos y un buen chorizo de Jabugo hacen compañía. En la tierra de La Manzanilla puedes terminar una noche acompañando a un amigo a un velatorio sin conocer de nada a la difunta y enterarte que ésta, a pesar de ser diabética se daba todos los días un festfri de pasteles de La Ibense Bornay o que el difunto era hipertenso, pero se bebía todas las tardes dos botellitas de Rioja en el bar de "La Tienda de Enmedio" o que tenía el colesteroL por las nubes y se tomaha por las noches una ración de chorizo do Jabugo en el "Bar de los Jamones".
En Sanlúcar te enteras que ha muerto de un infarto "El Culín", un enano muy querido en la ciudad mientras se bebía su última copita de vino en el bar de "Las Mil Pesetas". La noche de su muerte venía con mi amigo Paco Oliva del velatorio de una bondadosa señora que era diabética y tomaha pasteles, fallecida en el hospital Virgen del Camino, y pude ver, entre la soledad de la noche, las puertas abiertas del cementerio en honor del pobre "Culín", como si fuese un torero al que le hubiesen abierto la Puerta del Príncipe en la plaza de toros de La Maestranza de Sevilla al rato de cortar las orejas al toro, pero en vez del público le aplaudian las estrellas.
En Sanlúcar te pueden decir que ha muerto Antonio "El Tuerto" en una tasca del Barrio Alto después de tomarse cinco pastillas de Viagra de 100 y la pastillita para que le creciera el pelo, todo ello mojadito con cinco botellitas de manzanilla La Gitana. Y dicen los que le amortajaron que tenía una empalmera de aúpa y los pechos encendidos.
Y es que para qué le sirven a los miles de niños que mueren de hambre todos los años en el mundo que hayan angelitos educados para mirar en el alma del moribundo. A veces encaminarse a la muerte de estas maneras tan especiales debe ser puro arte. Sin tirar la última piedra, no estando libres de pecados. Sin los bulos y mentiras e hipocresías de este mundo. Solamente con unas copitas de manzanilla o de rioja, cerveza, marisco, chorizo de Jabugo, Viagra o pastillitas para que te crezca el pelo, aunque en realidad lo que te crezcan sean los pechos.

Publicado en Sanlúcar Información 2-8 Febrero de 2002
Manuel Álvarez-Dardet Espejo

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